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LÍNEAS DE ALTA TENSIÓN

Líneas de alta Tensión

Los campos electromagnéticos tienen un demostrado efecto biológico y pueden ser nocivos para las personas expuestas, dependiendo de la sensibilidad personal, del tiempo de exposición y de la dosis recibida.
Estos campos son pulsantes: la corriente eléctrica de nuestra vivienda, por ejemplo, funciona a 50 hercios (50 pulsaciones por segundo) que corresponde a la frecuencia, mientras que el campo magnético terrestre es estático, es como un gigantesco imán.

Hoy en día, esta frecuencias están presentes en todas las viviendas (electrodomésticos, instalaciones eléctricas…), oficinas (computadoras, fotocopiadoras…) y en fábricas (casi toda la maquinaria), en los hospitales (por maquinaria de estudios, como rayos X, resonancia magnética, tomografía computada…) a través de líneas de transporte eléctrico, que tienen una incidencia en nuestro organismo.

Al igual que los otros seres vivos, tenemos un cuerpo que funciona por la acción de corrientes eléctricas muy débiles (milivoltios, microamperios) y de campos magnéticos (nanoteslas). Por esto, los campos artificiales que superan estas magnitudes y parámetros, ejercen una acción dañina en los seres vivos. Es como si sometiéramos al organismo a una sobrecarga.

Pero la incidencia no acaba aquí, porque no debemos olvidar que los campos electromagnéticos naturales sincronizan los ritmos biológicos, mientras que los campos electromagnéticos artificiales, especialmente si son pulsantes, rompen este enlace creado a través de la evolución, llevan a la desincronización y de ahí la enfermedad.

Mediante investigaciones se ha podido comprobar que, los campos electromagnéticos pulsantes afectan a las funciones biológicas del ser humano de distintas formas: modifican sus niveles hormonales normales, alteran la unión de los iones a la membrana celular y modifican los procesos bioquímicos en el interior de las células (transcripción del ARN, síntesis proteica…)

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